En el 99% de los concursos de recogida de basuras y limpieza
viaria que se licitan en España, se oferta un número de puestos de trabajo, un
número y tipo de vehículos a comprar, unas horas de trabajo de cada uno de
estos equipos y unas determinadas instalaciones o parque de maquinaria. El coste de todo ello, junto con los gastos
generales, el beneficio industrial y el IVA, definen el importe de la factura
que deben pagar los ayuntamientos. Es
decir, los ayuntamientos pagan por un número de recursos que van a
trabajar. Lo curioso comienza cuando la factura de enero es exactamente igual a
la de febrero, y a la de marzo, y a la de abril, …, y a la de diciembre. Que pulcritud de empresa, siempre tiene todos
los medios humanos y materiales ofertados desarrollando su trabajo, nunca falla
nada, o ¿será que quien tiene que dar
el visto bueno a la factura no tiene ni idea de qué es lo que pasa? Algo de esto hay.
¿Los técnicos municipales no se enteran de nada? Pero cómo lo van a poder hacer si no tienen
prácticamente a nadie que pueda salir a la calle ni tan siquiera a constatar
que se han vaciado los contenedores. A
esto se puede contraponer que en la era de la información hay contenedores en
los que se puede verificar en que segundo se han recogido y cuánto pesaban los
residuos contenidos, barredoras y barrenderos con dispositivos gps que permiten
constatar hasta en qué lado de la calle están trabajando, software de análisis
que comprueba en segundos millones de datos para constatar si lo realizado
coincide con lo ofertado, pero ¿Se les
niega la tecnología? NO, pero sí la disponibilidad de los mínimos recursos
humanos necesarios para usarla.
Facturas de centenares de millones de euros y no es posible disponer de tres
o cuatro personas para que con todas las herramientas disponibles puedan
afirmar si se paga por lo realmente realizado.
O lo que se hace en otros casos, externalizar esta labor de control. En
el mercado ya hay empresas que pueden desarrollar perfectamente ese trabajo. Lo que resulta inasumible es que se siga
pagando por unos recursos humanos y materiales de los que no se sabe si están
desarrollando su trabajo. Expuesta esta situación ante un juez creo
que todo el mundo sabe como la calificaría.
No hay que esperar a que se produzca el escándalo para tomar
medias. La metodología y la tecnología
existen, usémoslas. Si ha habido un importante esfuerzo
político para implantar el equipamiento de control, complétese con la
posibilidad de utilizarle.
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