En los últimos meses han sido numerosas las apariciones en
medios de comunicación de ciudades en las que las basuras se esparcían por
aceras y calzadas, motivadas por las huelgas de los operarios de los servicios
de recogida de residuos y limpieza viaria.
Esta situación no es nueva, aunque sí lo es las causas que las generan.
Tradicionalmente se producían huelgas de este tipo en
periodos cercanos a la convocatoria de elecciones municipales. En épocas de bonanza la Administración solía
ceder, en parte, a las exigencias de los trabajadores. Cesiones de este tipo son las causantes en
algunos casos de salarios y prerrogativas laborales desproporcionadas. En esas ciudades son muchos los nuevos
titulados que están ganando menos de la mitad del operario de limpieza de su
ciudad, y muy pocos los que tienen 45 días naturales al año de vacaciones.
En el momento actual, las Administraciones en general se
están sometiendo a un exhaustivo proceso de ahorro de costes, y los servicios
de recogida y limpieza no han sido la excepción. En la mayor parte de los casos se ha pedido a
las empresas que reduzcan su facturación en un determinado porcentaje, siendo
las propias empresas las que proponía las modificaciones en los servicios,
algunos de ellos desorbitados, siendo inevitable que surja la duda de si lo
propuesto vale lo que se va a dejar de pagar.
Como en el sector del aseo urbano el coste del personal oscila entre el
65 y el 80%, era inevitable que los recortes afectaran a los recursos humanos,
en forma de congelación o reducción salarial, despidos, ERE's, … Es evidente que todos los derechos adquiridos
son legítimos, pero no debe olvidarse que los trabajadores de estos servicios tienen
asegurados todos sus derechos aunque se cambie la empresa explotadora, es
decir, trabajo de por vida. También es
de justicia reconocer que lo comentado anteriormente sobre sus salarios y
prerrogativas, en esos niveles son excepcionales.
Si hubiera que hacer un reparto de responsabilidad genérico
y somero entre la Administración, los trabajadores y las empresas
explotadoras, el mismo podría ser del
siguiente tenor:
La Administración:
La Administración:
Plegarse
a las exigencias de los trabajadores (Salarios de 25.000 € para un operario de limpieza)
Plantear
servicios excesivos: (Recogida 365 días al año en municipios de 300 habitantes)
No
controlar lo que se ejecuta (de 100 peones de barrido solo hay en la calle 75)
Los trabajadores:
No
reconocer el valor de su puesto de trabajo fijo (Pocos quedan que sean
funcionarios y hayan ganado ese
privilegio por oposición)
No
reconocer la magnitud de su salario en el entorno actual (Titulados que cobran cantidades inferiores que operarios de
limpieza)
Las empresas:
No hacer el
balance considerando los años de bonanza
(La valoración del contrato ha de tener en cuenta los beneficios y
pérdidas de todos los años)
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