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lunes, 12 de mayo de 2014

¿ALGUIEN PENSÓ QUE SE HABÍA ACABADO CON LA CONTENERIZACION?



Completado el cálculo matemático que se había realizado en el anterior artículo, alguien pudo pensar que ya había solucionado su problema, y lo cierto es que sabe dónde está, mucho más que lo que suelen saber la mayoría de los que se meten a profesionales de la distribución de contenedores.

En este mundo se ha visto de todo, desde camiones cargados de contenedores que se repartían a diestro y siniestro a los ciudadanos, que no eran tontos y que sabían que un contenedor de 240 litros es magnífico para conservar el pienso de las vacas y repartirlo, hasta vecinos que llegaban a las manos por la ubicación más o menos cercana, porque de todo hay, a su portal.

Una vez que se conocen las necesidades para contener los residuos y se consigue una distancia media al ciudadano razonable, llega el momento de colocar los recipientes en la calle, y surge la pregunta ¿cómo se hace?

Cuando la ciudad está ya contenerizada la labor es sencilla, basta con ver el nivel de llenado de los recipientes actuales, para constatar los puntos en los que hay que incrementar la contenerización. Lo anterior vale si se mantiene la misma tipología de contenedores, pero si se cambia de la tradicional carga trasera a la lateral ¿qué hacer? Tampoco en este caso hay que aplicar demasiada imaginación, sólo tener en cuenta que los márgenes de seguridad son mayores en los contenedores de 2.400 o 3.200 litros que en los tradicionales de carga trasera.  Dada la imposibilidad de recoger las bolsas que se encuentren fuera de los grandes contenedores de carga lateral, el 25% puede pasar al entorno del 40%, y sí, aunque halla un servicio de repaso, no hay desprestigio mayor para un sistema de recogida que la presencia de residuos fuera del contenedor.

No, no piense que se evade el problema de cuando inicialmente no hay contenedores, pero la respuesta no es sencilla. La distribución espacial de los recipientes basada en distancias medias ha de ser matizada con la fijación de un valor límite para el caso de edificaciones unifamiliares o de escasos vecinos.  Pasar de los 500 metros entre puntos de recogida seria cuando menos excesivo. Si tiene la suerte de que en su ciudad haya cartografía que recoja el número de vecinos por edificio su labor se simplifica, en caso contrario hay que salir a la calle con lápiz y papel y empezar a mirar porteros automáticos, para luego volver a la oficina y empezar a distribuir los contenedores. Tantos pisos, por tantos habitantes por piso, por tanta generación de residuos al día, implican tantos kilos, y por lo tanto, tantos metros cúbicos, con la que tengo que sacar tantos contenedores de mi bolsa imaginaria de contenedores y asignárselos a ese punto de recogida. Siguiente edificio …  Cuidado con los sistemas de información geográfica, no piensan.


Y ahora a salir a la calle y ubicar los contenedores calculados. Para no estropearles el día, es mejor dejarlo para otro momento.

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